viernes, 24 de marzo de 2017

TREBUJENA, VIÑAS, RIO Y MARISMA


Trebujena, es una localidad de la provincia de Cádiz. Situada en medio de la campiña y las marismas del Guadalquivir.  Su historia se remonta a la Edad de Bronce, de los cuales se han hallado restos que se encuentran el museo arqueológico de Jerez de la Frontera. Fenicios, árabes, cristianos encontraron en este municipio un lugar donde asentarse, ya que su situación junto al río, permitía el comercio y transporte a lo largo de otros pueblos situados en la rivera. Fernando IV, en 1927, dona a Guzmán el Bueno  la Villa de Trebujena y así comienza a formar parte de la Casa de Medina Sidonia. El 21 de abril de 1491 el Duque de Medina Sidonia  concede la independencia de Sanlúcar, mediante la Carta-Puebla. Durante la Guerra Civil, sufrió una fuerte represión en la que la población se vio seriamente mermada.
Después de esta breve introducción histórica pasaremos a describir nuestra visita a este bonito pueblo de la provincia de Cádiz.
Entramos en  el municipio desde la carretera de Jerez de la Frontera y vamos directamente a la Plaza de España donde se encuentra el Ayuntamiento y la Iglesia de la Purísima Concepción.
Plaza de España, ayuntamiento de Trebujena
Ayuntamiento de Trebujena
Iglesia de la Purísima Concepción en Trebujena
Iglesia de la Purísima Concepción
Torre de la iglesia de la Purísima concepción
Torre de la iglesia de la Purísima Concepción
Continuamos por la calle de la derecha de la Plaza de España que desemboca en otra pequeña plaza donde destaca el monumento a Federico García Lorca. Al girar de nuevo a la derecha nos encontramos con la plaza de abastos y en sus cercanías un par de bares que incitan a sentarse y degustar unas tapitas de media mañana.


A Federico García Lorca

Del monumento a Lorca



Todos tenemos la sensación de haber acertado cuando algún detalle te invita a acercarte, en este caso al Bar El Cura. Esa intuición que no se equivoca y en la que pudimos disfrutar platos como el “Solomillo a  la Carbonara” o “Tabla de atún”. Todo está buenísimo y podemos asegurar que la carta sorprende, pero aún más la presentación y la elaboración.
Solomillo a la Carbonara, bar El Cura


Tabla de Atún , bar El Cura

Habiendo bebido, comido y tomado el cafelito de sobremesa nos dirigimos a las afueras del pueblo en sentido al rio, como nos lo indicaba "Trotones blog", en su página y que accedimos rápidamente gracias a la amabilidad de la Policía Local de Trebujena.
Pues bueno a unos cuatro kilómetros a la izquierda nos encontramos con el Cortijo Alventus, actualmente dirigido por la familia Núñez, así como la ganadería  de Nuñez-Guerra.
 Llegamos a las proximidades y viendo que es una propiedad particular pedimos permiso para hacer fotos. Gracias al mayoral que nos invitó a pasar y poder disfrutar un rato de este testigo histórico.
Puerta principal del Cortijo Alventus
Puerta principal del Cortijo Alventus

Plaza de tientas del Cortijo Alventus
Plaza de tientas o tentadero


Fue donadío de los Duques de Medina Sidonia y  el mismo rey Alfonso XIII, hacía sus visitas para practicar  con el arte del acoso y derribo, lo recuerda una placa conmemorativa de una de sus visitas.
Entrada zona noble, interior
Interior zona noble y toneles

Placa conmemorativa de la visita de Alfonso XIII

Además de su fama ganadera, Alventus fue escenario de una de las película más celebres de Steven Spilberg, “El imperio del sol”.
Detalle del pavimento de la entrada principal

Tras el pórtico principal, nos encontramos con un patio en la que alrededor se sitúan las viviendas y estancias de los habitantes del Cortijo. Destaca en la esquina derecha, la entrada principal a la zona noble.
Patio interior



Pozo exterior


 Dejando atrás el Cortijo Alventus, nos dirigimos hacia el embarcadero, no sin antes hacer una parada en los antiguos chozos, viviendas de los riacheros.

Chozos de los riacheros


Al fondo el Rio Guadalquivir
Marismas del Rio Guadalquivir



Tomamos el camino de la izquierda hasta llegar a la compuerta del Caño de Martín Ruíz y ahí que pasamos con mucho cuidado por el mal estado del puente.


Giramos hacia la izquierda y entramos en el Pinar de la Algaida, el cual cruzamos y no paramos porque ya lo visitaremos en otra ocasión.













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