martes, 19 de junio de 2018

VEJER DE LA FRONTERA LA COBIJADA DE CÁDIZ


Me encanta mi tierra y sobre todo cuando vienen desde otros lugares a disfrutar de ella. La provincia de Cádiz derrama arte y belleza por doquier, pero sin duda alguna, si hay que visitar un pueblo con encanto, es Vejer. Un balcón desde que se otea lo que fue la laguna de La Janda. Su aire oriental, sus casa blancas y sus calles que discurren como un laberinto a través del tiempo, hacen de Vejer un pueblo donde perderse es obligatorio. Perderse por sus calles, sus patios ornamentados de plantas y flores, sus plazas y como no, degustar su gastronomía. Sobre todo y lo más importante, disfrutar de la buena compañía como las dos estrellas de Galicia que se escaparon para dejar una huella imperecedera en nuestros recuerdos ¿Os apetece hacer el viaje con nosotros?

Circulando desde Cádiz por la nacional 340, nos encontraremos con un precioso pueblo que desde lejos corona el horizonte. Un cartel en la rotonda nos señala que estamos llegando a Vejer de la Frontera. Después de una vertiginosa cuesta y aventurándonos con el coche y encontramos un aparcamiento, que ya es difícil en fin de semana, pero llegamos.

Impresiona sus casas blancas y sus cuestas. Los aires de antiguo oriente y un ambiente muy agradable nos acompaña durante toda la jornada. Todo nos dice que será un día inolvidable.




Blancas casas de cal y no me canso de decirlo que son inspiración de nacimientos de Navidad. Casas en la que los desconchados parecen estratégicos y producen una sensación de viaje en el tiempo. Sus calles divididas entre sombra y sol en contraste con el cielo azul proyecta una imagen de las que llamamos, de postal. 

Desembocamos en la judería por la Puerta del Sur o Puerta de Berbería. Aquí la calle enfrenta los restos de la muralla de piedras cargadas de mucha historia. 







Continuamos con nuestro paseo después de innumerables fotos y mejores risas. Abordamos de nuevo la caminata por el entramado de calles hasta encontrarnos con unos preciosos y cuidados patios ornamentados con una colorida variedad de flores y plantas.







Pasa el medio dia y llega el momento de comer, antes pasamos por el ayuntamiento y como no, una de las plazas más mágicas y bonitas que conozco. Su fuente con bonitos azulejos y las ranitas como surtidores, refrescan un dia bien aprovechado. A esa hora ya apetece un descanso y un aperitivo o vermouth en versión gallega. 








Nos dirigimos hacia la Plaza de Abastos, donde está garantizado que vamos a degustar los productos de la tierra con una calidad insuperable. Es cuestión de gustos, porque Vejer tiene una impresionante oferta gastronómica.






Y comer de lujo chacina típica de la tierra, chicharrones artesanos en manteca, morcilla, chorizo y todo acompañado con un vino moscatel para endulzar si cabe mas el momento.










Brindar por la amistad y disfrutar de cada momento que nos ofrece la vida en buena compañía. ¿Quién quiere más?




Nos despedimos de Vejer.  Paseando una vez más por sus calles que burlan el viento, divisamos la estampa que nos ofrece sus miradores. ¡Que bonita Vejer! Cobijada por la historia y por la tradición que aún sobrevive entre su gente.

Muchísimas gracias por apreciar mi tierra y os esperamos, Estrellas de Galicia.





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