La ceremonia
de la boda y todo lo que conlleva, está lleno de muchas costumbres y rituales
que han ido pasando generación tras generación. Es algo común que comparten todas las culturas y religiones
que muchas veces se han ido intercambiando. Las tradiciones familiares y
sociales hacen que estos eventos estén llenos de muchas curiosidades, como la
de la “luna de miel”.
Llamamos
“luna de miel”, al viaje que realizan los esposos después de casarse, aunque el
sentido original de este término, dista bastante del concepto que tenemos hoy:
En Babilonia,
el padre de la novia daba al yerno recién casado cerveza de miel, que debería
beber durante un mes, es decir, durante un ciclo lunar. En Roma, era la madre de la
novia la que proveía a los novios de miel que dejaba en su habitación todas las noches, ya que
se consideraba un bebedizo fortalecedor que
contribuía a la fertilidad, de igual forma esta costumbre se prolongaba durante un mes. Los
teutones, celebraban sus bodas bajo la luna. Tras de la celebración, los novios
bebían un licor de miel durante 30 días seguidos, que según la tradición
aseguraba una gran descendencia y una vida apacible. Los católicos también
adoptaron estás costumbres, ya que la miel simbolizaba la dulzura y el amor
perdurable. En el Renacimiento, en muchos lugares de Europa, existía la
costumbre de proveer a los novios con aguamiel durante un mes, creyendo así que
de esta forma concebirían un hijo varón.
El término
tomó otras connotaciones y ahora denominamos "luna de miel" al viaje que se realiza
tras la ceremonia del matrimonio. Se considera que con ello la pareja disfruta
de su intimidad y de los instantes más dulces en los que pueden relajarse antes
de iniciar su vida en común. Con miel o sin ella, son los momentos que más se
recuerdan en la vida de los nuevos esposos.
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