A todos
alguna vez nos colocaron una caracola cerca del oído y hemos creído percibir el sonido del mar en su
vaivén. ¿Es realmente el mar lo que
escuchamos? , no exactamente. Existe una explicación científica que desbarata
el mito, aunque siempre es bueno dejar a la imaginación volar.
Las
caracolas no pueden producir sonidos por sí mismas, actúan como una caja de
resonancia, reproduciendo lo que capta de su alrededor. Debido a su forma y
las vibraciones de su interior hace que el sonido fluctúe creando la sensación
de las olas al romper en la playa y luego volver al mar. Como vemos la
sugestión y el mito se unen para recrear en nuestra mente esta ilusión
acústica.
Bien
explicado lo anterior, solo apuntar que el proceso que crea esa ilusión es
debido a la propagación del sonido a través de ondas cuando chocan contra una
superficie. Estas ondas se dividen en
tres, unas atraviesan el objeto, otra se quedará dentro produciendo vibraciones y otra sale rebotada al exterior de forma que
hace que el sonido se amplifique.